Entrada destacada

¿Qué son los Encuentros Millerianos?

Folleto informativo encuentros Millerianos Hora Argentina: Hora española: Primer y segundo Encuentros: 

jueves, 23 de noviembre de 2023

Apertura del Sexto Encuentro Milleriano por Laia Gil

 

Presentación EM 18 de noviembre.

Primer aniversario

 

Es el primer aniversario de los Encuentros Millerianos y es un buen momento para celebrar la alegría que produce estar, convivir y participar en espacios tan frescos y nuevos como este.

Quisiera agradecer a los promotores Teresa Ferrer, Lito Matusevich, Gerardo Maeso y José Gregorio Domínguez la iniciativa que busca una nueva forma de trabajar y atender la actualidad.

Es un buen momento entonces para recordar lo que nos convocó, por lo que paso a leer el escrito inaugural de los encuentros:

“Reunidos online psicoanalistas de la Orientation Lacanienne, promovemos un espacio de trabajo siguiendo la enseñanza de Jacques Alain Miller como obra propia.

Siendo que nos unía la realización durante años de una lectura atenta de sus Cursos, acordamos realizar varios Encuentros por Zoom en los que trabajaremos: “El ultimísimo Lacan” 2006-2007, “Todo el mundo es loco” 2007-2008 “Sutilezas analíticas” 2008-2009 y “L’uno tutto solo” (La obra de Lacan) 2011, bajo la guía de la Clausura en la Gran Conversación 2022, así como la Conferencia “¿Qué real para el siglo XXI?”, entre otras.

JAM con “El ultimísimo Lacan” abre las puertas al psicoanálisis actual. La despatologización que se produce, la une Miller, al aforismo que encuentran en “Lacan por Vincennes” ¿Cómo enseñar lo que no se enseña? de la que tomamos la posición de analizante, y esto unido al “acontecimiento como lo constitutivo” será la base de los “Encuentros Millerianos”.

 

Más adelante se propuso incorporar el Curso “la vida de Lacan” del 2010, dada su importancia así como las conferencias que acompañan a cada Curso y que Miller expuso en la clausura de cada Congreso Mundial.

Quisiera traer también, algunas de las palabras de Lito, en su texto ¿Por qué Encuentros Millerianos? Que escribió para presentarlo y que podéis encontrar en nuestro blog.

Estoy convencido, cito a Lito, que Miller prolonga la enseñanza de Lacan, así como Lacan lo hizo con la de Freud. De ahí, añado, que nos dediquemos en exclusiva a la obra de Jacques Alain Miller, y a las referencias que él mismo nombra, porque es él quien lleva a sus últimas consecuencias la orientación a lo real, donde el cuerpo ya no es hablante, sino carne viva imposible de significantizar.

Este camino que estamos recorriendo nos llevará a diferenciar, en el ultimo Curso: l’uno tutto solo, repetición de iteración, pues es la clave milleriana para mostrar que la urgencia (de goce) está antes que la transferencia y es la que sostiene el análisis.

Gracias a la orientación de Jaques-Alain Miller el psicoanálisis de este siglo no quedará reducido a ser una psicoterapia más.

 

Asi que bienvenidos a los Encuentros, bienvenidos al psicoanálisis del siglo XXI.

Comencemos!

Valencia 18 de noviembre del 2023

Laia Gil

 

Encuentros Millerianos "Sutilezas analíticas" clases 19 y 20 por Carlos A. Jurado

 

Breve comentario de los capítulos 19 y 20 del Curso Sutilezas analíticas. 

                                                                                                                              Por Carlos Jurado. La Plata 14 de noviembre 2023

Capítulo 19 “Nada es sin goce”

En esta clase, la anteúltima del curso, del 3 de junio de 2009, Miller va trazando un camino en el cual consigue llevarnos a la idea de que nada es sin goce. Para ello el primer paso que da es el siguiente, “el goce no es transgresión”. Consigue demostrar siguiendo a Lacan que este no fue un punto de partida, sino que exigió en Lacan mismo una serie de torsiones ya que en su primera idea el goce fue una copia exacta del modelo del deseo, el cual sí es transgresión, ya que su condición misma es la prohibición. Lacan es múltiple según Miller y para orientarnos hacemos cortes, interrogamos momentos de su pensamiento, lo comparamos con otros momentos ulteriores, etc., en ese trabajo se elucida por fragmentos. Si ponemos la lupa en el Seminario 7 vemos que lo que le sirve de referencia para pensar el goce es el deseo, citando la epístola de San Pablo marca la dependencia de lo deseable respecto de lo prohibido, deseo-ley. El deseo es el efecto de la ley, marcando la reversibilidad de ley y deseo.

Al deseo se lo puede repartir entre lo prohibido, anulado, inhibido y el deseo que se realiza, pero respecto del goce esto no es así. Si nada es sin goce me interesa entonces la pregunta de qué goce se trata. Si apartamos la doctrina de la transgresión Miller se pregunta si se eliminó el significante, argumento que desemboca o empalma con una noción que toma de Husserl y dice que el goce no es antepredicativo. El goce no está antes que el significante, este punto se aclara mucho con la noción de acontecimiento, a partir de la cual podemos decir que cuerpo y significante surgen en el mismo instante, instante del acontecimiento que es también el origen de la iteración, como la actualización constante de ese goce idéntico. El cuerpo no es una realidad anterior al significante, por eso el parlêtre no es un cuerpo, sino que tiene uno.

En este mismo punto hace caer con Lacan la idea de la subjetividad, no se tratará del goce del Otro ni del sujeto, su articulación al objeto, sino en cómo se articulan lalangue y el cuerpo para hacer gozar. Aquí encontramos la noción de sinthome, y dice sinthome porque no hay abordaje directo del goce. Me interesa la distinción que tan detalladamente hace Miller para demostrar que el goce del sinthome no es sexual, el goce del cuerpo es autoerótico y no tiene en eso ningún alcance el goce fálico. Hace un recorrido por Freud, en particular por las pulsiones y concluye que hace existir la relación sexual, para Freud la relación sexual existe ya que las pulsiones parciales las organiza bajo la pulsión genital que no es ni más ni menos que el significante fálico. Arma la sexualidad bajo un programa biológico que debe cumplirse.

Lacan con su no relación sexual produce una subversión al interior del psicoanálisis. Con las formulas de la sexuacion pudo aislar un goce que no es fálico, el goce femenino. Es claro que las teorías freudianas de las pulsiones obedecen a la sexuacion masculina, para todo x, aludiendo al elemento único fuera del conjunto que le da consistencia, el falo. Freud hablo “de la subordinación de todas las pulsiones parciales bajo el primado del órgano” Miller contrapone la teoría lacaniana del goce como no toda, no hay primado del falo a falta de ese elemento que haga excepción para constituir un conjunto.

 A partir de esa idea, la del goce femenino, comienza un nuevo camino para Lacan ya que este es el antecedente directo del sinthome, el goce no sexual, aunque Miller dice que el goce fálico toma el camino del goce del pensamiento, lo que se puede verificar en nuestras consultas.

Capítulo 20. El reverso de la enseñanza de Lacan.

Lacan puso una sola condición cuando se realizó el índice razonado de los escritos –nos enteramos por Miller- debía comenzar con la palabra abyecto, también revela Miller que para Lacan es eso era lo que esperaba para su enseñanza. Sabemos que la abyección es esta articulada a la posición del analista como semblante de objeto, y genera un par antinómico con la dignidad, el honor…, etc que hunden sus raíces en el ideal, a diferencia de la abyección que las hunde en el goce.

Es en esta línea que encontramos al objeto a como el desecho, asco, lo repulsivo, que al mismo tiempo constituye el plus de gozar. No olvidemos que en el inicio de la repetición está el objeto a marcado por el rasgo unario lo que constituye la búsqueda de un goce en el lenguaje que por definición no se podrá recuperar, por lo que la repetición es la conmemoración del goce que falta.

En un estudio comparativo entre “El guerrero aplicado” de Paulhman y otro escritor francés Marcel Jouhandeau, del cual lee un fragmento de su novela en la clase que estamos trabajando, hace surgir la diferencia entre aquel que hace lo que debe hacer, el guerrero, y el otro que, al borde de la desesperación de sus inclinaciones monstruosas, escribe lo que surge de una voluptuosidad infame. Este goce dice Miller, es de otro registro distinto a lo abyecto, ya que no se articula al ningún objeto, sino que empalma con el sinthome, “a nivel de lo que es su vida entera” “lo que nosotros llamamos sinthome puede ser la unidad de una vida, no concentrada en este elemento equivoco que denominamos fantasma.”

Si Paulhman lo trabajo Lacan para mostrar el atravesamiento del fantasma Miller trae a Jouhandeau para pensar el pase a nivel del sinthome, tengo que recordar en este punto que hay una reformulación del pase en este curso, el pase Milleriano podría decir, es lo que permitiría verificar una satisfacción.

“La palabra satisfacción es visiblemente clave para Lacan, ya que se pone de

manifiesto que el análisis como tal es una cuestión de satisfacción.” Lacan escribe “la urgencia de dar satisfacción es lo que preside los análisis” Es Miller quien nos hace entender que hay una sustitución de la palabra transferencia que ya no aparece en el texto de Lacan, por Satisfacción. La urgencia que preside el análisis es lo que empuja, apura. Es decir, el goce, no olvidemos que Lacan dijo que es más adecuado hablar de DERIBA que hablar de pulsión en lo que al goce respecta. Si bien Lacan extrae la urgencia del comienzo del análisis lo extiende a todo el proceso para decir que en el análisis siempre hay urgencia. “La urgencia permite disipar el espejismo de la transferencia, opera en un nivel más profundo, lo que llamo satisfacción.” En la medida que es la urgencia y el análisis el medio de esa satisfacción.

La propuesta de Miller como el reverso de la enseñanza de Lacan, juega su partida con el sinthome, y lo lleva –entre otras cosas- como se los decía recién a redefinir el pase, no es la revelación de una verdad, es más bien la revelación de la verdad mentirosa “Este pase del sinthome es también querer el eterno retorno de su singularidad en el goce. Como el guerrero aplicado, se trata de un parlêtre que ya no estaría atormentado por la verdad. Ese final sin duda es el mismo contingente. Quizás el final del análisis tenga la estructura del encuentro.”

 

Encuentros Millerianos clases 16, 17 y 18 por Jose G. Domínguez

 COMENTARIO EM


Tres son los capítulos que me han tocado comentar, brevemente. Son tres capítulos extensos, con muchas cosas importantes. Intentaré resaltar lo más importante de cada uno.

Capítulo 16 “Cogito lacaniano”

Miller abre el capítulo destacando su cansancio por el concepto, y recomienda que el analista, en la práctica, se convenza de la vanidad de sus construcciones. Propone como cláusula final de la formación analítica: olvidar lo que se aprendió para abrirse al paciente como inédito.

Miller nos recuerda que el concepto de goce es un positivo absoluto, semejante a la líbido, pero que a diferencia de esta no se desplaza, permanece. Esta positividad contrasta con los dominios del significante, que puede ser negativizado. Por ende, con la noción del goce como imposible de negatizar se apunta a un goce más allá de la castración.

Ahora bien, algunos analistas ubicaron este goce más allá de la castración como un estorbo para la operación analítica. Terminaron por tomarlo como formas arcaicas, salidas erróneas de la libido, pensaron que este era el goce que no hacía falta y que convenía el goce del cuerpo del otro sexo, forma prínceps del goce que buscaba la realización de la heterosexualidad, solidario de la denominada genitalidad.

Pero Lacan, con el goce imposible de negativizar toma otra perspectiva. Un primer intento lo dirigió al Sujeto supuesto saber, como estado ya ahí del saber, que funcionaría si fuéramos todos lógicos; pero este no alcanza. Las palabras agujerean, emocionan, conmueven, se inscriben y son inolvidables. Por tanto, añadió una segunda suposición, la de la sustancia gozante, el cuerpo que supuestamente goza.

Es importante hacer notar, con JAM, que Lacan construyó la sustancia gozante a partir de la sustancia extensa cartesiana. No a partir de cogito, de la sustancia pensante. La sustancia extensa se presenta como partes extra partes, como completamente exterior, sin complicación, pero excluye la unidad del organismo, que la noción de sustancia gozante restituye. Define entonces el cuerpo como lo que se goza, y añade “el cuerpo se goza a condición de corporizarlo de manera significante”. 

Toma como ejemplo de la corporización significante, el fantasma “Pegan a un niño”, de Freud. Fantasma de flagelación que marca la incidencia del Otro sobre el cuerpo. Lacan conceptualiza esta marca como falta. S1 como falta y a como tapón. Sin embargo, Miller destaca que ese a “no es más que un semblante”, función imaginaria de una unidad de goce, sadiana. “Se trata de una dimensión de la experiencia y, en especial, del lado masculino”. Pero, la sustancia gozante va mucho más allá de la unidad marcada como a. El deseo, cuya causa es a, es un fantasma significante, en la medida en que ningún ser la soporta.

Así, el pase queda también cuestionado; al menos la idea del pase donde el sujeto sería capaz de destituirse para reconocer su ser en el objeto a. Esto dejaría al pase como mero espejismo de la verdad, no menos mentiroso respecto del goce imposible de negativizar.

JAM termina el capítulo indicando el cogito lacaniano: Soy, luego, se goza, que termina descabezando al yo, para dar acceso a un goce sin no, acéfalo, imposible de negativizar


Capítulo 17 “El goce no miente”

A mi modo de ver, el capítulo inicia con una distinción fundamental entre el goce sexual y el goce generalizado. Habría “un uso que que ciertamente se apoya en lo sexual pero que extiende la significación de la palabra hasta englobar lo pulsional, y el goce pulsional es reductible, desde cierto ángulo, al del cuerpo propio; en ese sentido, no es sexual. En nuestro uso, hacemos del valor sexual del goce un trampolín para pasar, si me permiten, a un goce generalizado del cuerpo” (p. 256)

Miller parece interrogarse sobre la mortificación que opera el significante; nos dice “hasta que rectifiquemo eventualmente esta concepción “. Lacan plantea el asesinato de la cosa por la palabra. “El significante sobrevive y ustedes no”, dice Miller, destacando que Lacan desarrolló múltiples maneras en que el significante mata. Pero matiza lo siguiente, se cree “que a fuerza de hablar perderá su peso, se va a descargar una reserva libidinal aprisionada en el silencio […] Yo me refiero, si me permiten, precisamente a lo contrario […] Se trata de un Wo Ich War (allí donde estaba el yo), Soll Es Werden (se trata de hacer aparecer el goce). Inversión del imperativo freudiano. 

Todo lo que puede decirse del goce, lo mata; aunque el goce pueda decirse entre líneas, nunca se dice a título personal. Y Miller añade: “Si el goce conlleva la vida, se necesita que no sea significantizado” (p. 257). 

Deseo e Goce son dos interpretaciones de la libido freudiana. La interpretación de

la libido como deseo es una interpretación negativa, es del deseo que articulado a una falta concluía en el matema de la castración; mientras que la interpretación de la libido por el goce es positiva, “hay más y menos, pero el menos no es negativo, significa no tanto”. Se trata de dos interpretaciones económicas distintas…

Miller toma posición en esta diatriba, cuando destaca que hay una verdad mentirosa del deseo, pero el goce no miente.

Pasa entonces a revisar la noción de objeto a, intento lacaniano de exportar la estructura del lenguaje al goce, haciendo de la pulsión una cadena significante, “cuyos elementos son objetos fantasmáticos”. En el fondo, dice JAM, Lacan localizó el goce en los fantasmas.

A la fórmula “el falo le da cuerpo al goce”, le opone Miller la que le parece más sensata, la noción de sustancia gozante, un estatuto del cuerpo que es el cuerpo de goce, “lo que no impide que este goce pueda condensarse”.

Es así que Miller toma al fantasma como una molécula, susceptible de transformación, cuyos elementos pueden separarse. “El fantasma fundamental como molécula está compuesto por un átomo de significancia y un átomo de goce” (p. 266). Y luego añade: “No es seguro que tengamos razón en expresarnos como si hubiera una sustancia de goce precedente e independiente del átomo de significación”. Tendemos a tomar el goce por lo real, haciendo del goce un antepredicativo. 

El significante no tiene solo efectos de sentido sino de goce, lo cual implica que la interpretación se valga de la materialidad del significante, del sonido, jaculación



Capítulo 18 Filosofía del goce


Miller declara su intención de intentar clarificar la distribución del goce en el síntoma y en el fantasma, en la palabra y en el cuerpo. Luego de veinte años de construcciones, Lacan podía decir que la economía del goce aún no estaba a su alcance. Miller dice que lo que si está a nuestro alcance es lo que, de forma divertida, llama Filosofía del goce. 

Retoma la noción de sustancia como antepredicativa, que solo se puede sentir, experimentar. Parte de la diferencia entre sustancia extensa y sustancia pensante de Descartes, y destaca el descubrimiento freudiano del inconsciente (transferencial) como una modificación de la sustancia pensante. Sujeto y sustancia serían dos tipos distintos de supuestos que subyacen a los fenómenos. A su vez, “La sustancia gozante es una modificación conceptual de la sustancia extensa, que reintroduce la unidad del cuerpo viviente, cuyo atributo principal sería el goce como afección de ese cuerpo”. 

Para Lacan, el goce puede interrogarse como autoafección del cuerpo vivo o a partir de una intersubjetividad del goce, implicando al Otro en su economía. Pero, termina por descartar el goce del Otro, como esencialmente imaginario. Mientras para Lacan el goce sería una propiedad del cuerpo vivo que se presta a la captura del Otro, Miller señala otra cosa: señala que “en su fase más profunda, es una autoafección del cuerpo vivo, lo que no excluye que la causa, el desencadenante, pueda ser exterior a esa sustancia corporal” (p. 273)

Miller retoma la dicotomía de Weissmann, para quien la vida y su reproducción no dependen en su concepto del significante.  Pero destaca que para el psicoanálisis, la reproducción de la vida en la especie humana no es análoga, está condicionada por el significante. Es Lacan quien destacó que en la especie humana la letra es análoga al germen. Por lo tanto, habría un estatuto antepredicativo del goce, pero no antesignificante. Otro goce en la especie humana. Por un lado, el goce antepredicativo de todo cuerpo viviente, y por otro el goce bis, fijado y brutalizado por la incidencia del significante. Es así que puede decirse que el lenguaje es aparato de goce, “el saber afecta el cuerpo del ser hablante por fragmentar su goce, recortarlo, hasta producir en él las caídas con las que hago el a”, dirá Lacan (p. 550 Otros escritos, p. 278 Curso).

Pero Miller va un paso más allá: se propone superar el binarismo cartesiano, buscando decir a la vez el significante y el goce, el sentido y el objeto a. Critica que Lacan haya retrocedido respecto de este empuje al unarismo hacia una triplicidad (la del nudo borromeo), y que no haya elaborado el Uno como tal. Propone entonces que la interpretación vaya más allá de la molécula del fantasma, se enfrente al átomo del sentido gozado y se haga jaculación, que “solo alcanza el blanco renunciando a las facilidades del desciframiento bajo la égida del padre” 


Encuentros Millerianos clases 14 y 15 por Daniela Gonzalez


En el capitulo “Una nueva alianza” Miller va a trabajar el problema que atormentó a Lacan y éste problema es la relación de la verdad con el goce. Miller, en este punto, hace una pregunta que no voy a dejar pasar: ¿por qué y cómo la verdad puede ser causa de efecto sobre el goce, cuando la verdad y el goce no están hechos de la misma madera, son heterogéneos, si me permiten, son heteróclitos?

Con respecto al término “relación” señala que es una relación de causa y efecto, y que ha sido ésta una referencia constante en Lacan. Por ejemplo el lenguaje causal lo encontramos en la expresión causa de deseo, que es el objeto a. También lo encontramos cuando nos habla de causa del sujeto, cuando hace del significante causa del sujeto barrado.

Con respecto al concepto de “verdad” señala dos regímenes distintos que se corresponden con dos momentos diferentes en la enseñanza de Lacan.. Podemos captar que hay una fractura de éste termino entre la primera y la última enseñanza.

Si volvemos al principio, un análisis era ante todo un progreso de la verdad para el sujeto donde la verdad no son las pequeñas historias que cuenta el analizante. Mas bien, Lacan hablaba de la verdad ligada a esa historia singular que respondía al inconsciente. Es lo que leemos en los Escritos 1 cuando escribe: “el inconsciente es ése capítulo de mi historia que está marcado por un blanco u ocupado por un embuste”. Blanco y embuste, dos modalidades de la represión. Es decir, que al inicio, la verdad se encuentra en exacta oposición a la mentira. Si la mentira es uno de los nombres de la represión, la verdad es lo que sanciona su levantamiento. Es la verdad o la mentira.

Ahora bien, radicalmente distinta es la expresión de Lacan verdad mentirosa de su último escrito. Este nuevo régimen lacaniano de la verdad queda marcado por la introducción de un neologismo donde historia se vuelve hystoria. Este neologismo derrumba la noción ideal de la historia con la que Lacan había comenzado. Incluso la verdad puede ponerse en plural perdiendo el artículo definido. Ya no se trata mas que de una verdad y ademas ésta no es forzosamente coherente con otra que surja luego en el transcurso de un análisis. Lo que Lacan formula en su muy última enseñanza como varidad, la verdad variable.

Desde donde estamos, vemos la correlación que hay entre inconsciente, historia y verdad.      

Hay mucho para conversar sobre ésto luego; pero ahora paso al tercer término del problema: el goce. Al inicio de la enseñanza lo que entusiasmó fue la introducción del goce en un binario: placer versus goce. Así Lacan oponía homeostasis y repetición. Homeostasis donde el equilibrio se encuentra preservado, dando lugar a un estado de bienestar, un estado de placer y luego un exceso, una ruptura de ese equilibrio, lo que llamamos goce. Serie repetitiva, como puntos de exceso, mas próximos a una experiencia de dolor.

En esta misma linea, pero tomando como referencia a Marx y su noción de plusvalía, Lacan nos hablará del objeto a como plus de gozar. También encontramos un equilibrio, como una homeostasis, dado que se paga un salario conforme a lo que quiere el mercado. Sin embargo, una parte suplementaria, se acumula de un lado que es ajeno al asalariado, dando lugar a signos de desequilibro, signos de extremo goce.

Insisto en la frase desde donde estamos - como lo hace Miller -porque es de ahí que podemos ver como Lacan se esforzó en poner la articulación significante en el registro libidinal. Logra introducir la dialéctica en el registro de la libido freudiana y así hablar de la libido en términos de falta, de sustituto de la falta, por lo tanto en términos de operación. La libido comienza a girar en torno de un significante: el falo. Este significante, imagen del flujo vital, pero que funciona a partir de la castración, con un menos. Siendo el indice de una falta tiene sustitutos que son objetos a y de esta forma el goce se encuentra repartido. A partir del momento en que aceptamos eso hay un ordenamiento del goce por la castración, goce interdicto, goce prohibido.

Tenemos aquí desdoblado el falo como imagen del flujo vital y el falo castrador; pero Lacan no progresa en su enseñanza sin antes agregar lo que llama: falo simbólico imposible de negativizar, que escribe como fi mayúscula, significante del goce, falo simbólico que resiste a la castración. Es necesario que Lacan reserve el significante de la libido, con el cual aparece un término estrictamente positivo, que no puede ser negativizado como el falo imaginario, es decir que escapa a la castración.

Saca nuevamente a la luz el término freudiano “libido” cuando choca contra  lo que no se deja negativizar. Y Miller nos dice que ya ahí esta presente, al menos como esbozo, el goce en el sentido amplio, esto es, el goce positivo: si el sinthome aparece en alguna parte, es allí, en el momento en que Lacan tropieza con un término que no va a funcionar conforme al régimen de la castración, es decir, con el régimen de las faltas y los sustitutos de la falta y operaciones.

Voy a decir que cuando leí falo simbólico imposible de negativizar me encontré bastante confundida y luego unas preguntas que  hace Miller me permitieron orientarme un poco. Dice, si es imposible de negativizar ... ¿porqué conserva la fi mayúscula? ¿qué relación tiene ésto con el falo, que entra esencialmente en la dialéctica como negativizado? ¿qué justifica conservar ésta referencia fálica? ¿como el goce imposible de negativizar estaría marcado por un menos?

Y agrega, que aquí se desdoblan dos planos: uno donde en efecto está el falo, el objeto a, el menos, el Edipo, donde no se trata sino de negativización; y otro plano donde esta lo imposible de negativizar. Y que en el fondo, poco a poco, Lacan despejará lo que Miller escribe con una J mayúscula.  

“No hay que obnubilarse con el rechazo del goce, el término importante es la idea de que él puede ser alcanzado, es decir que podemos salir del teatro del sacrificio fálico”.

El goce como lo imposible de negativizar es diferente, incluso opuesto, al deseo que podemos definir por su negatividad esencial. De allí que Miller plantee que los términos deseo y goce obedecen a dos regímenes distintos.

El deseo solo se comprende articulado a una falta y en definitiva es un hecho de decir, no se puede hablar sin chocar con la falta que hacemos surgir. Es decir, que es inarticulable pero, sin embargo, esta articulado en el significante, es la metonimia de la falta. El deseo solo se comprende articulado a una falta y de ello resulta una negatividad esencial.

Lacan. al inicio, también se aproximó al régimen del goce subrayando que el goce es lo que no puede decirse. Acentuar que el goce no puede decirse permite indicar que, desde este punto de vista, el goce es como el deseo, es inarticulable. Así es como señaló que el goce solo se dice entre lineas, y que al igual que el deseo, es una metonimia.

El punto importante es que Lacan puede plantear que el goce no puede

decirse, al igual que el deseo, pero a partir del Seminario “Aún” introduce el goce de la palabra. Creo  que es clave extraer las consecuencias de éste cambio, ya que a la altura del Seminario 20 Lacan no solo parte del cuerpo, del goce del cuerpo, sino que introduce lo que llama lalengua.

Se pude advertir como Lacan se esforzó en modelar el régimen del goce sobre el régimen del deseo, siendo el objeto a el resultado de éste esfuerzo. El objeto a tiene algo de paradójico en el punto donde no es un significante pero tampoco se sale de la articulación significante. En principio porque tiene la propiedad de la unidad, de la unidad discreta: objeto oral, objeto anal, objeto vocal, etc. bien separados unos de otros. En definitiva es una creación lógica y en ese nivel se asemeja a un significante. Incluso Lacan lo dice en el Seminario “Aun” con todas las letras: “el objeto a es un semblante de ser”.

La cuestión radica que en la última enseñanza de Lacan la referencia al goce no puede satisfacerse con una referencia a lo ontológico, no puede satisfacerse con una referencia a la trascendencia del significante, que implica la noción misma de falta, no puede siquiera contentarse con una referencia a la lógica, a la articulación significante, sino que demanda pasar al nivel de la Cosa que es.

Y el objeto a no se sostiene en la óntica, no se encuentra el objeto a en la óntica.

Miller concluye que si Lacan se lanzó a los nudos, fue para intentar, fuera de la articulación lingüística, dar sustancia a ese vacío, ya que el objeto a es un semblante que no tiene sustancia.

Paso a paso, estamos frente al esfuerzo de Lacan por abandonar el régimen lógico que dió al goce para pasar a un régimen óntico, que es a lo que se dedica en su última enseñanza, donde no ubica el goce en el plano del ser, sino en el plano del ente, que no es el ser como tal, sino lo que es.

Luego de éste recorrido y para finalizar me pregunto si se trata entonces de ubicar la serie verdad, deseo, castración y objeto a del lado de la ontología, del lado del ser; a diferencia del goce del propio cuerpo que queda ubicado en el régimen de lo óntico.







Encuentros Millerianos clases 11, 12 y 13 por Guido Matusevich

 

Encuentros Milleriano – Sutilezas analíticas – 2da parte.

 

Comentario clases 11, 12 y 13.

 

Hola a todos, me encomendaron el comentario de las clases 11, 12 y 13 de Sutilezas. Dado la densidad de las clases y lo acotado del tiempo disponible, voy a intentar trazar un par de hilos conductores que a mi parecer permiten hacer una lectura conjunta de los tres capítulos del libro.

Creo que podemos por un lado leerlas a partir de la clave que Miller nos brinda al principio de la clase 11, en relación a la oposición entre experiencia y teoría en relación al psicoanálisis, y en este sentido trazar a su vez un segundo eje, transversal a este primero que es la relación entre la primacía de lo simbólico, y la primacía de lo real, correspondiente a la orientación de la ultimísima.

En la tercer clase, que se llama “se termino, entonces, el pase”, podemos encontrar un breve testimonio de un AE, el cual Miller junto con Eric Laurent y Esthela Solano comentan, de donde tomare un par de detalles para cerrar el arco de este recorrido.

Entonces, ¿que es lo que podemos leer en relacion a este primer eje “experiencia vs teoría”? Primero y principal, una separación entre ambos términos, la experiencia psicoanalítica no es la teoría psicoanalítica, en todo caso una sería condición de la otra, el tema es encontrar qué vino primero, el huevo o la gallina.

Miler plantea una doble vertiente al respecto, por un lado la teoría corre siempre detrás de la experiencia. Esto ya lo plateaba Freud, si la experiencia no logra ajustarse a la teoría, lo que hay que cambiar una y otra vez, es la teoría que lee esa experiencia.

Sin embargo, en el origen fue el verbo.

El primer paso para que pueda haber una experiencia del psicoanálisis, fue el que dio Freud, estableciendo el campo de este. Es decir que, si bien la experiencia siempre precede a la teoría, en tanto la psicoanalítica se trata de una experiencia inédita, debe primero establecerse de qué manera pensar esta experiencia. De otra manera: Freud inaugura una nueva manera de pensar. El pensamiento hasta Freud, siguiéndolo a Miller, podríamos decir que se basaba -el pensamiento moderno quiero decir- en los fundamentos del cogito cartesiano, y que en ese sentido se alinea también con toda la filosofía occidental previamente establecida, de Platon a nuestros días, el pensamiento siempre tuvo una existencia propia, una autonomía que le daría ser y donde en todo caso el intelecto humano seria un accidente de este, una manifestación.

Freud entonces inaugura el pensamiento inconsciente, y le quita esta autonomía al pensamiento, propio de la modernidad, dándole dependencia directa de una falta. Es decir que el pensamiento en tanto que inconsciente, se sostiene en un desconocimiento, en una ausencia de saber, en un saber faltante.

Nos dice Miller al respecto que: “Ser analista es lograr poner a la gente que se lo solicita en su carácter de tal en la posicion de yo no se

El psicoanálisis entonces se sostiene en las antípodas de la psicoterapia, allí donde esta busca sostener un saber, el psicoanálisis busca develar que en definitiva, en el fondo, esta verdad, para poder ser sostenida, implica un “yo no se”, un no saber.

Continuando con la clase, se llega a un tratamiento del fantasma como anudamiento del lenguaje y el goce. El fantasma funciona como una cierta respuesta al problema que se le plantea a Lacan en relacion a la pulsion, puntualmente a la relacion entre los dos modelos pulsionales que construye Freud. Es a partir de esta articulación que Miller lee en Lacan que la pulsion es una cadena significante, solo que los significantes se toman del cuerpo, son significantes organicos.

No quisiera que se pierdan estos dos puntos que luego tratare de articular. Por un lado que el pensamiento inconsciente se sostiene en un desconocimiento fundamental, y por el otro esta manera de armar la pulsion que tiene Lacan, como una cadena de significantes tomados del cuerpo.

Retomo. Es entonces a partir de esta articulación que plantea una pata en lo simbolico, y una pata en el goce, que es el fantasma, que Lacan pensara el fin de análisis como su atravesamiento. El lograr separar lo que es del orden de la lógica significante, de aquello que está, no digamos más allá sino desafectado de esta. En realidad Miller plantea que los tres registros se relacionan aquí, lo imaginario por ser el fantasma una escena, lo simbolico por ser una frase, y lo real en tanto hay cierta condición de goce que se pone en juego.

Se juegan entonces dos maneras de abordar el goce, el transgresivo del seminario 7, que lo plantea como un mas alla del lenguaje, de la ley, y el del seminario 20, el que esta en todas partes. Por un lado la trascendencia del goce, y por el otro una inmanencia, algo que esta allí desde el vamos, desde el inicio. El goce transgresor no logra captar la dimensión positiva del goce del sinthome, asi como lo hace la formulación del goce en todas partes.

El atravesamiento del fantasma, en esta perspectiva del goce en todas partes implica entonces ya no ir mas alla de un goce marcado por la dinámica placer-displacer, sino ligado al orden de la satisfacción, en palabras de Miller “andar bastante mejor”.

Esto marca entonces, que lo que habría al final de un análisis, en tanto ya no se trata de un atravesamiento, no se trata de un saber sino de una satisfacción alcanzada. Esto a su vez problematiza el lugar del final de analisis, ¿como diferenciarla de una detención, y que lugar para el pase y su testimonio a partir de ello?

Dejo la pregunta planteada y continuo.

Esta nueva perspectiva del goce da lugar a la verdad mentirosa. El goce queda a resguardo de cualquier calificativo o adjetivo, ya que no es alcanzable por la verdad, no es posible mas que mentir respecto al goce. Este punto marca entonces algo central para la clínica, el que hay que hacer hablar en el análisis, no es al sujeto –este siempre se dirige al Otro- y por ello es de pura lógica, sino que hay que hacer hablar al cuerpo. Reordenando los terminos, hay que dar lugar a que –en el sentido heideggeriano del termino aletheia- se revele el cuerpo hablante, se des-oculte.

Es decir, que diga sus misterios, y no sus matemas, regidos estos últimos por la lógica significante. Según se ecuche al sujeto o al cuerpo hablante tendremos dos experiencias completamente diferentes, una se encuentra en relacion a la verdad, y la otra en relacion al goce.

En este sentido Miller justifica el agregado de Lacan, del termino real separado del de realidad. La verdad del sujeto en tanto interpretación por el sentido, apunta entonces a la realidad siempre fantasmatica, por otro lado, la interpretación en tanto esta apunta a una revelación, en tanto que desocultamiento de ese real, busca facilitar el levantamiento del velo de la realidad sobre este real, ayudar a des-velar ese fragmento en un rechazo del semblante que miente. De este modo, tenemos entonces de un lado el goce real, y del otro el semblante en tanto que articulación simbolica e imaginaria.

Esto explica por que cuando hablamos de goce del sinthome, se trata del goce que hay, de la satisfacción, un orden que no puede ser demostrado, sino experimentado, y experimentado como aquello que no engaña, que no miente, pero tampoco dice la verdad.

¿Quizas podríamos decir cercano a la certeza psicótica?

Hago dos breve señalamientos respecto al capitulo 13 y cierro retomando dos puntos que había dejado en suspenso mas arriba.

Primero, luego del testimonio, Miller puntua que se hace referencia a un recorrido por tres analistas diferentes a lo largo del tiempo, pero que siempre se habla de “el analista”, sin importar quien fuera este. Esto lo apareo con el señalamiento de lo que Miller ubica como una “pretransferencia” en el AE respecto a su primer analista “yo sabia que era él”, dice. Si bien el recorrido del análisis pasa por tres analistas distintos, con sus idas y vueltas, siempre se trata de “el analista”. Este “yo sabia que era él” es la manera en que Miller lee en el testimonio, el lugar de la urgencia, y que resulta previo a cualquier operación, y es también del orden de una certeza que si se la intenta verificar a lo largo del tiempo, resulta incontrastable, siempre era el analista el que estaba ocupando ese lugar del “eral él”. Por otro lado, algo que me sorprendio fue la siguiente frase, cito:

“Por lo tanto, de cierto modo, es usted quien creó eso, quien le da un valor. Asi como Lacan podía decir que el analista forma parte del concepto de inconsciente, hay que subrayar que el analizante forma parte del concepto de interpretación. Por cierto, usted tomo interpretaciones tan tontas que resulta claro que si se vuelven agalmaticas es por su causa.

No es como decir que el analizante se analiza solo, o se interpreta solo, sino que pone en primer plano, que si es capaz de hacerlo es por la presencia de el analista.

Bien, para terminar retomo esto que plantee al prinicipio entonces, el desconocimiento fundamental en que se sostiene el inconsciente, y los significantes organicos, tomados del cuerpo, y encadenados en la pulsion.

Se puede leer una resonancia con algo que trabajamos respecto al seminario de la

identificación. Brevemente, me refiero al problema de la identidad y la identificación. En relacion al significante, no es posible sostener el principio de identidad ya que la su lógica implica que un significante no puede sino representar a otro, es decir, nunca se representa a si mismo. Para poder establecer que A es igual a A, necesito entonces al menos dos significantes distintos, el segundo que este en lugar del primero para poder referirme a aquel. Pero no solo eso, Miller plantea que en el fundamento del pensamiento inconsciente, hay una falta, un no saber, un desconocimiento. Esa marca, una vez mas no es entonces del orden del saber y de la verdad, sino que se trata del orden de la experiencia y de la certeza como decía mas arriba. En este lugar de desconocimiento no leo otra cosa que el lugar del goce del sinthome, es decir, las coordenadas –por llamarlas de alguna forma- del parletre. Es a partir del desconocimiento fundamental de si mismo del parletre, y por lo tanto de la identidad del sinthome, que es posible la experiencia analítica, que es posible ubicar el inconsciente transferencial. Dicho de otra forma, el lenguaje es una elucubración de saber sobre lalangue. Este acontecimiento de cuerpo y sus resonancias nos permiten articular, me parece, las definiciones que da Lacan respecto a la pulsion, como eco en el cuerpo del hecho de que hay un decir, es decir, como resonancia que se repite a partir de un cuerpo. Sin embargo parecería allí encontrarse nuevamente una ambivalencia. Si se tratase de una iteración este eco pulsional no podrá diferenciarse del goce, ahora bien, si efectivamente se trata de una repetición de un decir, decir en tanto que desarticulado de sentido, como goce, seria el fundamento para el goce sentido, el goce fálico de la palabra, que deriva en la lógica significante y el establecimiento del fantasma.

Retomando los ejes planteados entre estos dos pares, experiencia y teoría, y primacia de lo simbolico y primacia de lo real, creo que podemos tomarlos como hilo conductor de lo que es la ultimisma enseñaza. Es decir, una relectura de la enseñanza de Lacan, primero en clave simbolica y luego en clave real, reencontrando nuevas coordenadas a partir de donde leer la experiencia analítica, detrás de la cual siempre corre al teoría, o bien podríamos decir, la clínica.

Apertura del Quinto Encuentro Milleriano por Laia Gil

 Buenos días a todos. 

Hoy retomamos los Encuentros Millerianos, un espacio creado ahora casi hace un año, para la conversación alrededor de la enseñanza de Jacques Alain Miller, como propia. En los Encuentros buscamos conversar siempre en posición de analizante, dando prioridad al debate, al interrogante, dejando para los viejos tiempos el saber expuesto y la infatuación de los enseñantes.

Así, iniciaremos la primera parte de Sutilezas analíticas en la Que Miller propone un retorno a Lacan, con tal de reemplazar el sgte cura por el de experiencia psicoanalítica. Será un retorno a Lacan dice JAM, que revisa  los términos de la última con tal de actualizarlos, tratarlos en clave de ultimísima.

En estos primeros capítulos, desde el primero hasta el décimo, se alega otra clínica, más allá de la borromea y sobrepasando la estructural, relativizando, sino destronando el efecto terapéutico. Tras el Curso todo el mundo es loco, JAM convierte esta frase del título, en un principio, un principio que plantea como radical la inadecuación entre lo real y lo mental. En esta inadecuación, el sinthome aparece como el nombre de lo incurable, lo que no puede desaparecer y es constante.

 Bien podríamos situar a esta versión del sinthome, como el precursor de la iteración. 

En este Curso JAM, introducirá lo Real como lo que es, un sin ley. Que no es que sea transgresor, pues ni se la salta, ni la tiene en cuenta. Y es que la ley es inoperante con respecto al goce. Le da igual. No existe pas. Agua y aceite. No se puede decir nada de la ley respecto del goce, y es desde ahí que podemos pensar que tampoco tiene agujero, ni vacío, ni nada. No es con ni contra la ley, es sin.

Entonces, lo desordenado, el que se agujerea, el que implica vacíos, siempre es el Simbolico. Y JAM, con este curso dedicado, diría yo, a mascar la ultima, e introducir la ultimísima para los del goce del enredo, insisto dedica todo un año para aclarar, o al menos afianzar, que lo singular es de lo real, y no de lo simbólico. Ojo, no estoy hablando de lo real como imposible. Eso sí, sutilmente, finamente, y como puede, para que no se le escarote el público, ni la Escuela.

En mi opinión, y para mi pesar, la mayoría de los analistas, no llega a la ultimísima, se queda en la última enseñanza, en la que aun Lacan sustituye términos prínceps por otros a los que agarrarse como amos, estructuras con los que operar como cualquier psicología, y pretender curar, o “acondiciona”, educar lo que a uno lo hace singular, su goce único. La ultimísima, sin embargo, es otro cantar, pues la ruptura que implica la TDE plantea el desafío de la vida. 

Las mujeres hemos vivido tanto tiempo sin alma, y seguimos así, que nos da igual que lo llamen sustancia, espíritu o como quieran. 

¡¡Ah!! ¡Pero el siglo XXI trae más cosas de las que parecen! Por mucha escandalera que se oiga, por mucho ruido que hagan los últimos coletazos del Nombre del padre agonizante. Se oyen, si se presta atención cuestiones preciosas, y mucho más ligeras de captar que el espíritu Santo. Hablo del nuevo reto que es la AI.

Bien. Lo que viene a transmitir este curso, son las verdaderas piruetas de JAM, para pasar de lo trinitario al unarismo, algo que toda mujer sabe desde un pricipio. Ahora, eso si, hay cosas que no se aprenden. Y que le vamos a hacer.

Queda la esperanza, en esta revisión de Sutilezas analíticas que vamos a trata en los EM, que quede clara la caída en picado del fantasma, del objeto a, de la transgresión, la estructura, el sujeto, la transferencia la interpretación etc etc. Todo el andamiaje simbólico que convertía al psicoanálisis en una pedagogía para el goce.


Les dejamos pues con este programa:

Inciara la presentación de los Capitulos 1, 2 y 3. Daniela Gonzalez,  Clases 4 y 5 Ricardo Rubio. 

A continuación tendremos media hora de descanso y a las 16:30 hora española, 13:30 hora argentina, retomaremos la conversacion con los capítulos 6, 7 y 8 Con Carlos Alberto Jurado y las clases 9 y 10 a cargo de Jose Gregorio Dominguez.

Maria Paz Escrig Coordinará los tiempos y turnos en los debates. ¡Sin más, comencemos la jornada!


Encuentros Millerianos "Sutilezas analíticas" clases 9 y 10 por Jose G. Dominguez

 

¿QUÉ NOS REÚNE AQUÍ?


Por: José Gregorio Domínguez



¿Qué nos reúne aquí? Acaso esta pregunta pase por distinguir, con Miller, la enseñanza de la repetición. En su sencillez, se oculta quizás también la diferencia entre el Instituto y la Escuela. Creo poder decir que los Encuentros Millerianos no se presentan como un espacio de enseñanza. Aunque quizás una transmisión sea posible. 

Dicho esto, puntuaré algunos aspectos de los capítulos 9 y 10 del Curso “Sutilezas analíticas”, intentando caer lo menos posible en la repetición, dando un acceso a lo nuevo. Haciendo del psicoanálisis una investigación permanente.

Les recuerdo que el capítulo 9 se llama “La verdad mentirosa” y el 10 “La prisión del parletre”.

El psicoanálisis no puede confundirse con el discurso universitario. Por ello el comentario de JAM sobre el Departamento de Psicoanálisis. Yo añadiría, que tampoco puede confundirse con el discurso del amo. 

La diferencia entre verdad y mentira, vela la alianza constitutiva de la verdad mentirosa. La verdad, reducida a mero efecto de la articulación significante, ¿acaso constituye un vestigio del discurso del amo? Subyace la creencia en una superposición entre simbólico y real; lo real tomado desde lo simbólico apunta a un no cesa, un imposible, un programa, un axioma, una escritura. Pero, dice Miller “lo real es más contingente que imposible” (p. 142), próximo a lo inconsciente y su modo de sorpresa. Entonces, no basta tomar lo real desde lo simbólico, “sería necesario que el psicoanálisis fuera una práctica sin valor, donde no se trate del valor real, sino de lo real como tal”, para que surja algo nuevo.

Lo que llamamos, con Lacan, verdad mentirosa, no sería sino la transformación de lo contingente en necesidad, una racionalización; mientras que el objeto a, sería lo contingente captado a partir de su ordenamiento (recuerden que el orden, es de lo simbólico; mientras que en lo real se trataría de elementos dispersos, caóticos). El objeto a sería la localización del goce articulado a un dispositivo significante; el goce domesticado por el significante.

A este propósito Miller distingue un analista que quiere sentido, y otro que quiere algo distinto. 

Y nos confronta con el pase, anhelo de Lacan por inscribir en lo real. El pase permitiría creer en un sujeto capaz de una verdad fuera del goce del fantasma (p. 145), creer en una palabra limpia de goce. Como institución, como sacramento, deviene un performativo, un montaje I-S que tendría efectos reales, y también una demostración del fin lógico de un análisis.  Pero dice Miller “¡Qué lo lindo sería que el pase no fuera un sacramento!”. Es el sueño del pase Sputnik, próximo a la ciencia.

De los límites de lo simbólico y del desciframiento dio cuenta ya el propio Freud. Y

Lacan, en su elaboración, inventó el objeto a como acceso a Das Ding. Pero, será el propio Lacan quien llamará sinthome a La Cosa, intentando ir más allá del ello como figura, más allá del fantasma como morada de Das Ding. Allí donde el fantasma es molecular, separable, vendrá el sinthome como nudo.

Si me apoyo en Freud, creo que tres son las relaciones posibles entre significante y goce:

1.- El goce y el significante se oponen mutuamente (exclusión)

2.- El goce es anterior y el significante posterior (sucesión)

3.- El significante es la continuación del goce (aseguramiento)

Las primeras dos tesis, euclidianas, suponen una separación posible entre goce y significante; pero la tercera proposición, nodal, es solidaria del lenguaje como aparato de goce. Dice JAM con Lacan, “no hay otro aparato de goce más que el lenguaje”, “el ser habla su goce”. ¿Qué consecuencias tiene esta perspectiva?. Acaso es lo que se explora en la ultimísima enseñanza de Lacan, a distinguir radicalmente de las anteriores.

Dice Miller, “nos queda por trazar una vía que tome en cuenta los poderes del significante y la contingencia de lo real”. El pase sigue siendo la apuesta, pero sin confundirlo con el atravesamiento del fantasma; más bien tomado a partir de la elucidación de la propia relación con el goce, alejando al psicoanálisis de la ficción de un inconsciente sin real, de un inconsciente completamente simbólico.

Comencé mi intervención destacando la pregunta ¿Qué nos reúne aquí? ¿Acaso algún afán de enseñanza?. Parece que Lacan se mantuvo a distancia de ello, a pesar de imputar su esfuerzo de enseñanza a su superyó. También Miller nos indica algo cuando dice que su audiencia es su partener. ¿Cuál es la relación de cada uno con el sentido? Claro que se puede responder que un analista quiere sentido, incluso Miller se interroga ¿Puede un analista no querer sentido? (p. 143), eso que Miller llama el quiero del analista. Pero también está lo que a cada quien le fuerza a pensar. Y siendo que el goce está en todas partes, que nada es sin goce, ¿qué del goce del analista?



Encuentros Millerianos "Sutilezas analíticas" clases 6, 7 y 8 por Carlos A. Jurado

 Breve elaboración sobre los capítulos 6, 7 y 8 de Sutilezas Analíticas.

Singularidad.

Miller empieza en esta clase a resolver una cuestión que le dio mucho trabajo anteriormente, la singularidad. Intento buscar la singularidad del lado del deseo, pero no quedo convencido de ello, tanto es así que aquí afirma que la singularidad es la del sinthome y el goce que este conlleva, es decir lo que no cambia que también lleva el nombre de lo incurable. Busca el “buen uso del sinthome, lo que hay de singular en cada individuo” lo primero que afirma es que lo singular es lo que no se parece a nada, y que el lenguaje solo dice lo que es común. Como cernirlo entonces.

Retoma el problema de las categorías, Sócrates en tanto que mortal y hombre, no es singular, si tomamos lo singular como tal es un problema. La tautología Sócrates es Sócrates no nos dice nada de Sócrates, “es el grado 0 del saber” dice Miller, es lo que cada uno tiene de incomparable. Esto es, como todo en un análisis, lo que está por obtenerse, como si no se hubiese establecido. Miller recuerda que el analista no es una memoria, no compara, recibe la emergencia de lo singular. eso si debe poder reconocerlo como tal, sancionarlo, hacerlo escuchar por parte de analizante, recordemos que Lacan dijo en el seminario 24 que el parlêtre dice siempre las mismas cosas, salvo que se dirija a un analista. Tambien está el registro de la memoria, la repetición de los significantes, etc, pero ese es el desvío del camino hacia lo singular.

Quisiera rescatar una idea de lo singular de la página 100, donde dice que lo singular no tiene extensión, es en todo caso el punto, ”lo que se llama sinthome es por excelencia el concepto de singular, al captarlo no pueden compararlo con nada.” Lo que se puede extraer es que al punto no le falta nada, no tiene extensión, pero tiene existencia sin agujero, es la idea que Miller intenta transmitir con il y a d´uny el goce, que se complementa con otro campo que el la falta de goce y el agujero.

Cuando se trata de lo singular el matema falla, no se puede proceder por una sucesión de razones, en términos de Pascal seria ver súbitamente la cosa. Lo singular requiere del instante de ver. Miller hace aquí una invitación a los psicoanalistas. a mantenerse en ese instante. Todo se reduce a esto en un análisis, el resto son preparativos necesarios. Lacan escribió del grupo analítico la SAMCDA (Sociedad de asistencia mutua contra el discurso analítico) y Miller lo transforma en CAMCDA (Conceptos de asistencia mutua contra el discurso analítico) 

Tres modalidades del análisis.

En la clase Tres modalidades del análisis Miller nos dice que el análisis comienza, dura y se termina o se interrumpe, este momento del análisis lo va a dejar de lado porque es el tema central de la clase siguiente que lleva como título El pase del parlêtre, lo primero que llamo mi atención es que respecto de la Proposición del 9 de octubre para el analista de la Escuela, texto en el cual Lacan da el algoritmo de la entrada en análisis, y también formaliza el final, hay una diferencia sustancial, es el concepto de lo amorfo. s

Repaso rápidamente el algoritmo de Lacan para la entrada en análisis, ubica un significante que llama St, significante enigmático al cual el sujeto no le encuentra resolución, digamos por ahora que es el significante del síntoma que se le presenta en su opacidad alguien, ese significante llama a otro significante, que Lacan llama significante cualquiera, es cualquiera porque es uno entre otros “lo vine a ver a usted pero pensé en ir a verlo a Fulano y también a Mengano, pero vine con usted”, este significante articulado al s1 produce la significación, está escrita debajo de la barra que no alcanza al Sq, y da lugar a los significantes inconscientes. Esto es equivalente al agalma que es el costado libidinal del análisis y es lo que se revela al final. Este algalma, esa nada, es lo que el analista debe retener para que se produzcan las significaciones. 

Hasta aquí se puede ver como la entrada en análisis se ordena en un discurso, S1-S2, objeto y un sujeto divido, esto mismo es lo que dice Miller en la página 111 “Un análisis comienza con el modo de formalización, y es que lo amorfo posee una morfología. No es simplemente que lo implícito pasa a lo explícito, sino que tiene lugar una transformación radical, puesto que pasa de la ausencia de forma a una forma.” Me quiero detener en esto que es lo amorfo porque también Miller lo trae como “acontecimientos” algo que muta por efecto de la transferencia. “Un análisis que comienza se desarrolla en una atmosfera de revelación. No empieza entonces necesariamente cuando se emprende un proceso de encuentros regulares, sino a partir del momento en que el sujeto hace el esfuerzo de trasladar el acontecimiento de pensamiento a la palabra.” Pienso un ejemplo, Lacan en el seminario 9 cuando está construyendo el rasgo unario inventa un neologismo, pansetre para darnos una idea de algo que no está en el significante, no es el s1, es anterior, creo que podemos localizar allí un acontecimiento que en la maquinaria del S.S.S va a quedar ocluido, recordemos que en el mismo momento que Lacan devela el sujeto supuesto saber dice, “tenemos que prescindir de él todo el tiempo”, quizás esta posición de Lacan empalme con el segundo momento el otro análisis, el que dura, salir de las ficciones que llevan a los semblantes porque lo ficticio se opone a lo real. Señalemos que todo cambia a partir del seminario 20 cuando Lacan da cuenta que el saber es elucubración sobre lalangue y por lo tanto el saber es ficcional, es decir simbólico. La ultima enseñanza encontramos un goce que no tiene estructura de ficción, es el goce del cuerpo, il ya d´un, goce de la iteración que no tiene estructura de ficción y no será alcanzado por el s.s.s sino más bien por su destitución.


El pase del parlêtre.

Jacques-Alain Miller hace aparecer en esta clase una doctrina totalmente original del pase, ya no es el pase de la Proposición, sino que se apoya en el…, en esas tres paginas que Miller tomo muy en serio le permite transformar el final de análisis en término de Satisfacción. Se ve como esta clase es una continuidad de la anterior en la cual avanza sobre el final del análisis pero a su vez retoma los inicios, lo que le permite redefinir la transferencia. Afirma de manera categórica que los análisis no se inician por la transferencia sino por la urgencia, sostiene algo mas, que los pacientes vuelven una y otra vez por esa urgencia, que es lo que aloja el goce y que el sujeto supuesto al saber no es ni más ni menos que un obstáculo a esa urgencia de goce, el saber supuesto desvía esa satisfacción haciéndola entrar en un discurso que indefectiblemente entra en régimen de la perdida de goce, se busca en el objeto a ese goce  irremediablemente perdido. Con la alianza del discurso capitalista y la tecno ciencia cada vez más el empuje es buscar la satisfacción en los objetos y el único discurso capaz de proponer otra salida es el analítico, a condición de conmover las ficciones y los semblantes.

“La palabra satisfacción es visiblemente clave para Lacan, ya que se pone de manifiesto que el análisis como tal es una cuestión de satisfacción.” Lacan escribe “la urgencia de dar satisfacción es lo que preside los análisis” Es Miller quien nos hace entender que hay una sustitución de la palabra transferencia que ya no aparece en el texto de Lacan, por Satisfacción. La urgencia que preside el análisis es lo que empuja, apura. Es decir, el goce, no olvidemos que Lacan dijo que es más adecuado hablar de DERIBA que hablar de pulsión en lo que al goce respecta. Si bien Lacan extrae la urgencia del comienzo del análisis lo extiende a todo el proceso para decir que en el análisis siempre hay urgencia. “La urgencia permite disipar el espejismo de la transferencia, opera en un nivel más profundo, lo que llamo satisfacción.” En la medida que es la urgencia y el análisis el medio de esa satisfacción.

Un punto mas, corremos detrás de la verdad, y esto se relaciona con la urgencia. La cuestión es que la atención instaura u desajuste. “No hay verdad que al pasar por la atención no mienta” empieza aquí a cuestionar la operación analítica en tanto la asociación libre en si misma parte de un significante al cual se le presta atención, un lapsus, un sueño, etc, en efecto porque se supone que allí hay una verdad, un saber ignorado por el sujeto. En su última enseñanza apunta a negar eso, a transformarlo. A partir de ese momento las formaciones del inconsciente ya son de segundo grado y lo que las antecede lo nombra como emergencia, es otra manera de volver a traer lo que proponía la clase anterior como acontecimientos o lo amorfo.

“Un psicoanálisis es sin duda una experiencia que consiste en construir una ficción

(y ya puede encontrar su sentido la introducción del sujeto supuesto saber) pero al mismo tiempo, o a continuación, es una experiencia que consiste en deshacer esta ficción. De modo que el psicoanálisis no es el triunfo de la ficción, la cual es mas bien puesta a prueba en relación con su impotencia para resolver lo opacidad de lo real.” y concluye la clase clase con contundencia Milleriana, el pase del parlêtre no es el testimonio de un éxito, sino de cierto modo del fracaso. 


Encuentros Millerianos "Sutilezas analíticas" clases 5 y 6 por Ricardo Rubio

 CLASES DE SUTILEZAS IV y V

Había que elegir y sabéis que la elección siempre es forzada, hay una doble perdida, tanto en lo que se deja de lado como en lo propiamente elegido; es el secreto de la alienación separación lacaniana.

He optado por dos significantes, INCONSISTENCIA , SINGULARIDAD. Inconsistencia del Otro, singularidad del Uno.

Si pasamos a la singularidad, o sea, al modo de gozar, Miller nos dice que a ese nivel, “todo el mundo es loco”, lo que significa que lo real miente a todo el mundo, que la verdad es mentirosa para todo el mundo. Me pregunto en este punto si nos podemos plantear como orientación que la única verdad del ser hablante es su goce, ya que el sentido, el fantasma y lo real mienten.

Esto me abre preguntas:

¿El real del psicoanálisis está hecho de piezas sueltas, por eso Lacan dice que se accede solo a un trozo de real?. ¿Son los significantes del enjambre de “lalangue” tomados como letras?.

Cuando J.A. Miller dice al final de la clase IV: “…el factor tiempo es una cantidad imposible de cuantificar, en el sentido de incalculable con antelación y en particular porque está en contacto directo con el goce…”. ¿Se refiere al acontecimiento de cuerpo que puede ser producido por una interpretación del analista?. ¿Es ese el decir que se espera de un analista en la época del sinthome?. Esto me lleva a pensar en la clínica de la época actual, donde los sujetos llegan con un “soy lo que digo ser”, como desabonados del inconsciente. Nos queda pues trabajar en el otro tapón de la falla. Deshinchar en lo posible el fantasma para que se reedite la falla y con ello el acceso al inconsciente. Creo que es el aporte epistemológico que Lacan nos aportó hace más de 50 años en su ultimísima enseñanza, el sinthome como una orientación para pensar la clínica actual. Es así como me resuena lo que Miller dice en la clase IV de sutilezas: “El sinthome en su última acepción designa lo que hay de común entre síntoma y fantasma, es decir el modo de gozar de un sujeto, captado en su funcionamiento positivo”

En cuanto a la INCONSISTENCIA, recogeré algunas frases de Miller en esta clase IV: “Es imposible analizar e interpretar sin tener relación con la inconsistencia”. “Un sistema lógico puede perfectamente subsistir en su inconsistencia el tiempo necesario para ser percibido. Habituarse a la disciplina de la inconsistencia es ciertamente una de las llaves de lo que llamamos la formación del analista”

¿Hasta dónde hay que dejarse llevar por la perspectiva del sinthome?, así comienza Miller la clase V de Sutilezas, para decir poco después que la clínica no es el psicoanálisis, que la perspectiva del sinthome está orientada a despegarnos de la clínica. Esto me hace pregunta: ¿Porque entonces denomina esta clase V como “Clínica del sinthome”?

Avanza en el concepto de estructuras clínicas para preguntarse finalmente si estas estructuras clínicas son del orden del saber inscrito en lo real. Escande el tiempo en los registros de: lo que ocurrió, lo que ocurre y lo que puede ocurrir, situando en lo que ocurre la existencia y la contingencia, para concluir que: “por el hecho de hablar, se instituye una trama entre los hechos contingentes del azar” “es el momento en que la contingencia toma forma de articulación”. Esto le permite llegar a una definición de lo que es el parletre, diciendo que es: “el sujeto, la articulación y el producto de esta articulación”, lo podéis leer muy bien en los esquemas que presenta. Pone su atención en los elementos de azar previos a la articulación, creo que se refiere al enjambre de S1 inarticulados de lalangue, para decir que esto es lo que inagura la última enseñanza de Lacan, orientada por dirigir al sujeto a estos elementos azarosos y contingentes, donde la interpretación es una opción de desarticulación; proceso de desarticulación que llevaría al sujeto a un cierto desabono del inconsciente y Miller se pregunta si esto implicaría una enseñanza para los sujetos abonados al inconsciente.

Esta creo que es la pregunta: ¿Nos sirve de enseñanza?

Miller concluye en este momento que Lacan inventó el concepto de Sinthome para designar lo singular fuera de la clínica, lo singular en su carácter absoluto.

Esto me hace volver a la pregunta: ¿hay clínica del sinthome?. O el concepto de sinthome es una idea limite que nos sirve para captar el acto analítico en su potencia de llevar a un sujeto a su singularidad absoluta, a lo que llamamos la letra de goce que permite dibujar el yato entre síntoma y fantasma como un saber de borde? 

                                                              Ricardo Rubio 8-10-2023